El mundo es eso. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todos los demás.
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Ellos son dos por error que la noche corrige.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada... Los nadies,
que cuestan menos que la bala que los mata.
Escribo intentando que seamos más fuertes que el miedo al error
o al castigo, a la hora de elegir en el eterno combate entre los
indignos y los indignados.
Frases como estas que integran esta antología de los mejores textos de Eduardo Galeano, que él mismo seleccionó, se subrayan, se regalan en señal de complicidad, se comparten, sostienen una mirada crítica sobre el mundo pero también la posibilidad de una utopía. Los lectores de Galeano las llevan en la memoria.
Las páginas de Amares revelan los temas que lo preocuparon e inspiraron: los avatares agridulces del amor, la amistad entrañable y los momentos de maravilla que regala la vida cotidiana, pero también las injusticias, la reivindicación de los olvidados de la historia y la condena a los peores rostros del mundo contemporáneo. Galeano habla en este libro del amor en sus múltiples formas: una pareja que perdura o se pierde, los hijos, el país que cobija o que expulsa, los compañeros de ruta, la escritura, los dioses que conceden y niegan, los que viven en los márgenes.
"Hemos sido hechos de luz, además de carbono y oxígeno y mierda y muerte y otras cosas, y al fin y al cabo estamos aquí desde que la belleza del universo necesitó que alguien la viera", escribe Galeano. Las historias de Amares, tiernas, reveladoras, personales y universales a la vez, hacen justicia a la belleza que Galeano se empeñaba en encontrar en el mundo.