La Apología de las cosas, del médico escritor Arnoldo Kraus, supera en varios sentidos sus dos apologías anteriores, dedicadas al lápiz y al libro, en las que el objeto de su elogio no dejó de ser sí mismo en ningún momento, en donde el lápiz siempre fue lápiz y el libro, libro. A pesar de las reflexiones filosóficas y sentimentales con que tejió los ensayos de 2011 y 2012, el autor no trascendió el sentido de estos objetos como consigue hacer ahora en la Apología de las cosas, en la cual el enfoque de su mira, las cosas, es tan amplio que el recorrido que hace por sus implicaciones y significados, de subjetivos a objetivos, desborda todo límite, cruza la frontera de lo concreto y logra la abstracción. Para Kraus son más que cosas. También son palabras, son términos, son muletillas y, no obstante su vaguedad, forman el núcleo de un sinnúmero de modismos y figuras retóricas. Por su lado, el artista visual Vicente Rojo, que acompañó con imágenes a Kraus en las otras dos apologías, y que de igual modo lo hace en ésta, parte de la concreción de una serie de cosas, de un tubo de pintura agotado a unas tijeras, para instalarse en la abstracción de un Autorretrato hecho con sus cosas. Claro, de cosas significativas y simbólicas para él que, curiosamente, lo retratan.