"Mirándote me doy cuenta de lo viejo que soy, porque tienes exactamente la misma edad que el psicoanálisis. Los dos me han causado preocupaciones, pero en el fondo espero de tu parte más alegrías que de la suya", le dijo Sigmund a Anna a finales de 1920. Esta frase muestra la profundidad y el valor de la relación entre psicoanálisis y filiación que Freud atribuye al rol que Anna representará en la historia de esta disciplina, como hija, pero también como una de las fundadoras del psicoanálisis de niños. Esta publicación de casi trescientas cartas entre Sigmund Freud y su hija Anna constituye un documento excepcional en varios sentidos. Además de ofrecer una crónica de la vida de una familia vienesa durante los primeros decenios del siglo XX, permite el acceso a una visión de Sigmund Freud en tanto hombre, ocupado en la construcción de su obra teórica, de los avatares de la clínica y las preocupaciones cotidianas de un padre de familia atento a los acontecimientos de la vida diaria. Pero antes que nada, es un documento acerca de cómo el psicoanálisis se convirtió en un modo de relacionarse entre padre e hija y cómo los unió de una manera única, profunda, al compartir sus intereses profesionales.
En este sentido, Correspondencia 19041938, a la vez completa y se diferencia de Cartas a sus hijos, publicado anteriormente en esta colección, ya que permite una visión más integral y humana de la personalidad del padre del psicoanálisis, a la vez que reafirma sus inagotables cuidados por lograr una conceptualización lo más acabada posible de los conceptos de su creación.