Este poemario se presenta ante nosotros como un acontecimiento singular: la poesía respira aquí los aires de un nuevo comienzo. La voz lírica, trenzada con el mundo, es potencia creadora y testimonio de una visión particular donde la naturaleza se configura como espacio mítico de muerte y renacimiento. Existe lo impenetrable de la soledad y lo inexpresable de la comunión absoluta entre dos almas: los silencios comunicantes del hombre laten en la dimensión única del poema. Debemos oír lo asido más allá de la palabra, aquello que se repliega en el misterio de los versos.