A partir de su muerte, la vida de una persona es automáticamente rescrita. Ese punto final definitivo de otro cariz a los actos, a los valores que defendió, a los amores que le atravesaron, que son observados entonces bajo una luz inédita. Sin embargo, en esta instancia los juicios de valor suelen pecar de reduccionismo. Gestan velozmente la postal del héroe o exageran la estampa del villano. En cualquier caso, pierden lo esencial: la dimensión humana de esa vida, su posición frente a los semejantes y frente a la comunidad. Es decir,su ética. Diario interior de Rene Favaloro es un intento, y un esplendido logro, de restituir esa dimensión humana al hombre que se suicido, dejando atrás una carrera profesional descollante, el 29 de julio de 2000. En estas paginas descubrimos a un Rene Favaloro pleno: con su grandeza espiritual y su permanente entrega solidaria, con su avidez intelectual y en su lucha constante por mejorar (y depurar de actos corruptos) el sistema de salud en la Argentina. Pero también conocemos al hombre casero, que ansiaba la llegada del domingo para amasar y cocinar pastas y compartirlas con sus amigos; el mismo que tuvo una continua y dificultosa relación conel poder y con sus representantes. Y, por ultimo, el Favaloro del final, el que vio como, mientras el país se estaba derrumbando, sus sueños se congelaban y eran presa de la rapiña, el desmerito y el total olvido de la ciencia. En el campo de la medicina, que para el era un santuario, se instalo el imperio de lo económico y del liso y llano mercantilismo. Ante esa evidencia, como un antiguo gesto de dignidad y valentía, opto por el suicidio. Para sustraerse a ese envilecimiento y quizás, por qué no pensarlo, para enviar un mensaje, con destino incierto, a una sociedad a la que sirvió como medico y ciudadano. Carlos Penelas, quien fue su estrecho colaborador durante mas de veinte años, ha retratado de manera conmovedora y sin silencios oportunistas, y menos aun, sin golpes bajos, a Rene Favalor