Flamenca no parece escrita en el siglo XIII. La condena sin paliativos a los maltratadores, el firme rechazo a las conductas violentas o a la simple agresividad en las relaciones personales en las que debiera mediar el afecto y el respeto, la defensa de la libertad de las mujeres y de la lucha por su dignidad, desarrollados con una claridad y una contundencia que asombran, no parecen de tiempos lejanos. Esta novela occitana resulta absolutamente vigente en nuestros días al proponer una opción por la alegría de vivir sin restricciones, en la que el placer ocupa un lugar central, pues constituye una aspiración propia de gente civilizada, culta y libre, que se moldea con el saber erótico forjado por los trovadores, y que sus protagonistas llevan hasta sus últimas consecuencias, conscientes de que los poseedores de este arte refinado y sutil anuncian una nueva era. Un bello elogio al hedonismo y a la fuerza humana del placer. Una obra adelantada a su tiempo, un libro casi secreto que merece ocupar su lugar entre nuestros clásicos.