Al principio, cuando el mundo era joven, el cielo estaba oscuro; no había luces ni estrellas, los hombres aún no tenían fuego, no podían cocinar. Ocurrió que un día Cacaré, el carancho, vio un toldo de donde salía humo y se acercó a ver qué era. Y ahí fue donde se encontró con una viejita que sí tenía fuego y lo escondía para no compartirlo con nadie. Cacaré decidió robárselo, pero#