Mezcla de autobiografía, ensayo cultural y documento imaginario, La vida descalzo es un homenaje al lugar común donde seguimos siendo felices sin miedo. Mar, arena, sol y la euforia de estar legalmente semidesnudos: la playa sigue vendiendo virtudes de paraíso natural, pero esa utopía salvaje es también el objeto eminentemente cultural, preñado de sentidos y valores sociales, que moldean la literatura, el cine y la comunicación de masas. Con un pie en la memoria personal y otro en el análisis cultural, Alan Pauls revisa las caras múltiples de un espacio clave de la vida moderna: la playa como experiencia íntima y como estereotipo, simulacro de vida primitiva y conquista de la civilización, limbo personal y espectáculo multitudinario, teatro de erotismos privados y escenario público hot que carga de intensidad nuestros veranos de todos los años. «No sé por qué, buscando qué mito de origen, va a la montaña la gente que acostumbra ir a la montaña. Sé que los que vamos a la playa -a Villa Gesell como a Cabo Polonio, a Punta del Este como a Mar del Plata, a Florianópolis como a Mar del Sur, a Cozumel como a Goa- vamos siempre más o menos tras lo mismo: las huellas de lo que era el mundo antes de que la mano del hombre decidiera reescribirlo. La playa reúne en su fisonomía de tabula rasa los valores de una era primitiva, previa a la historia, y todos los rasgos de un escenario póstumo, que una catástrofe natural o el zarpazo de una fuerza aniquiladora habrían reducido a lo más elemental: un paisaje de restos y escombros microscópicos. La playa es a la vez lo que estuvo antes y lo que vino después, el principio y el fin, lo todavía intacto y lo ya arrasado, la promesa y la nostalgia.» Alan Pauls