La obra de Norman Foster muestra un desarrollo singular -al margen de las tendencias admitidas tanto del modernismo formalista como de la moda High Tech-, uno de los más originales y coherentes de la segunda mitad del siglo XX. Sus grandes construcciones para el mundo de la empresa -la fábrica Reliance, el inmueble para la compañía aseguradorra Willis and Faber, incluso el Banco de Hong Kong- participan generalmente de la misma tendencia: el poder, la eficacia, la extrema calidad de los lugares de trabajo, la dimensión social, el espacio, la luz, la flexibilidad, el color y la innovación tecnológica. Por su forma general y sus detalles, su arquitectura se emparenta con el reino de lo mecánico: la belleza resultante se asemeja a un avión o a un vagón de ferrocarril, y responde a los cálculos del ingeniero. El texto se completa con abundante material gráfico de fotografías, planos y dibujos.