El permafrost es esa capa de la tierra permanentemente congelada y es también la membrana que cubre a la protagonista de esta novela. Escrita en primera persona, nos presenta a una mujer en etapa de formación que se protege del exterior, que percibe la superficialidad en todo cuanto la rodea y huye de un entorno que nada tiene que ver con su manera de entender la vida: una madre obsesionada con la salud,omnipresente y controladora, y una hermana que afronta su convencional existencia con medicación y un positivismo irritante. La protagonista, que siente pulsiones suicidas, no permite que nadie se le acerque demasiado, pero al mismo tiempo se entrega con intensidad al sexo con otras mujeres, a la literatura y al arte. El pulso entre el hedonismo, los placeres más carnales y la muerte es constante en esta historia, así como el tono mordaz de una protagonista que desde el principio nos gana con su inteligencia y su humor negrísimo. Repleta de imágenes poéticas, contundentes y muy físicas, esta novela nos habla del cuerpo, del sexo, del yo; una obra aguda y directa que reivindica la libertad en el placer y en la soledad. Eva Baltasar inicia con Permafrost un tríptico de protagonistas femeninas que quiere explorar distintas etapas en la vida de las muj eres.