Los poemas de Emily Brontë son obras poderosas y apasionadas que combinan la vitalidad del espíritu humano con el mundo natural. Janet GezariI
La vida entera de Emily Brontë está recorrida por una misma pasión: la poesía. Estos poemas, compuestos en complicidad con sus célebres hermanas, Charlotte y Anne, comparten y amplían algunos de los temas centrales de su famosísima novela Cumbres Borrascosas: el amor que se sobrepone a la muerte y a la esperanza, el poder de la fantasía, la lealtad y la traición, las energías que solo se desprenden en soledad, y están escritos con la misma fuerza visionaria que sobrecoge en sus mejores páginas narrativas.
Para situar la acción de sus poemas, Emily Brontë levantó con la imaginación un espacio mítico que bautizó como Gondal: una isla situada al norte del Pacífico. Sus versos exploran las costumbres, las rivalidades políticas con los reinos vecinos y las intrigas entre la familia real de Gondal y sus nobles, bajo los que se transparentan sus propios anhelos y opresiones como mujer que vive casi aislada en un rincón de la Inglaterra del XIX.
Brontë combina en estos poemas un ojo sereno y exacto para la descripción de los paisajes con una inaudita fuerza para explorar de manera minuciosa las pasiones ocultas que mueven a los seres humanos, añadiendo un acento femenino a las posibilidades descubiertas por los poetas románticos ingleses.