Durante la vida de Vico nadie comprendió totalmente su originalidad, ni cien años después de su muerte, ni aun aquellos pocos que realmente lo leyeron: ni sus fervientes admiradores napolitanos y venecianos en el siglo XVIII ni los hombres famosos que lo comentaron después tan superficialmente. Ninguno antes de Michelet parece haber tenido la idea de que Vico había abierto una ventana sobre un nuevo campo de pensamiento. Giambattista Vico nació en Nápoles en 1668 y vivió allí o en sus alrededores hasta su muerte en 1744. A través de su larga vida fue poco conocido, siendo un verdadero ejemplar del pensador solitario. Fue educado por sacerdotes, trabajó algunos años como tutor privado, llegó a ser profesor menor de retórica en la Universidad de Nápoles, y después de muchos años fue premiado en los últimos años de su vida al ser nombrado funcionario historiógrafo del virrey austriaco de Nápoles. Para Vico los hombres se hacen diferentes preguntas acerca del universo, y sus respuestas están conformadas en consecuencia: tales preguntas, y los símbolos o actos que las expresan, se alteran o se convierten en obsoletas en el curso del desarrollo cultural; para comprender las respuestas se deben entender las preguntas que preocupan a una época o cultura; no son constantes ni necesariamente más profundas porque se parezcan a las nuestras más que otras que nos son menos familiares. La relatividad de Vico fue más allá de la de Montesquieu. Si su opinión fue correcta, fue subversiva ante la noción de verdades absolutas y de una sociedad perfecta fundada en ellas, no solamente en la práctica sino en principio. Isaiah Berlin