El objeto de este ensayo no es el llamado libre albedrío, que con tanto desacierto se suele oponer a la denominada impropiamente doctrina de la necesidad filosófica, sino la libertad social o civil, es decir, la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo. [
] La lucha entre libertad y autoridad es el rasgo más saliente de aquellas partes de la Historia que nos son más familiares, especialmente en las de Grecia, Roma e Inglaterra. Pero, en aquellos tiempos, la disputa se producía entre los individuos, o determinadas clases de individuos, y el gobierno. Sin embargo, llegó un tiempo en que la república democrática vino a ocupar la mayor parte de la superficie terrestre. A partir de entonces, el gobierno electivo y responsable se convirtió en el objeto de esas observaciones y críticas que siempre se dirigen a todo gran acontecimiento. Y se llegó a pensar que frases como el gobierno de sí mismo y el poder de los pueblos sobre ellos mismos no expresaban el verdadero estado de las cosas; el pueblo que ejerce el poder no es siempre el mismo pueblo sobre el que se ejerce, y el gobierno de sí mismo de que se habla no es el gobierno de cada uno por sí mismo, sino de cada uno por los demás. La voluntad del pueblo significa, en realidad, la voluntad de la porción más numerosa y activa del pueblo, de la mayoría, o de aquellos que consiguieron hacerse aceptar como tal mayoría. Por consiguiente, el pueblo puede desear oprimir a una parte de sí mismo, y contra él son tan útiles las precauciones como contra cualquier otro abuso del poder. [
] La tiranía de la mayoría se incluye ya dentro de las especu-laciones políticas como uno de esos males contra los que la sociedad debe mantenerse en guardia.