Que Haroldo Conti no haya sido un cuentista prolfico lo sita fuera del rendimiento por cantidad que
suele darles a algunos escritores una valoracin fabril. Entre sus cuentos hay aire que corre, pausas
prolongadas, espera. Son los intermezzos del ÒandarÓ para ver y detenerse para contar, momentos
de recoleccin selectiva y acarreo de la literatura de la vida, y de la que su padre Ñviajante de
comercio y cuenteroÑ es la inspiracin afectiva.
La distincin que establece Conti entre escribir una novela (Òes como una vida que tengo que vivirÓ)
y las facilidades comparativas del cuento, que se ÒpudreÓ si no se lo saca ÒmaduroÓ en dos das,
inclina el gnero breve hacia procedimientos espontneos de ejecucin posteriores a la
condensacin de la experiencia, es decir de la duracin. Ese es el factor comn de la potencia y el
acto narrativo que Conti despliega en sus cuentos, y que no se viven como las novelas (en el
sentido de estar viviendo lo que se escribe) sino que ya estn hechos en el sentido de ya vividos. En
esa percepcin ntima de los gneros, las novelas son productos de la actualidad mientras que los
cuentos pertenecen al pasado.
Para esta antologa Ñformato que le debe ms a la cultura de la mutilacin que a la de la curadura
artsticaÑ se han seleccionado diez cuentos: ÒMarcadoÓ, ÒAd AstraÓ, ÒLa causaÓ, ÒCinegticaÓ, ÒEl
ltimoÓ, ÒLa esperaÓ, ÒLa balada del lamo carolinaÓ, ÒMi madre andaba en la luzÓ, ÒPerfumada
nocheÓ y ÒBibliogrficaÓ.