La vida de Alfonso XII fue corta, intensa y apasionada. Su infancia transcurrió en el Palacio Real de Madrid, su adolescencia en el destierro de París, Ginebra, Viena y el sur de Inglaterra; su juventud, en el trono. Depositario de los derechos de la Casa de Borbón en España, tras la abdicación de su madre, Isabel II, en junio de 1870, y rey de España desde diciembre de 1874, fue testigo excepcional, en unos casos, y actor principal, en otros, de aquellos hechos. Aleccionado por la dura experiencia del reinado de su madre, supo adaptarse perfectamente al papel de monarca constitucional y rey-soldado que Antonio Cánovas del Castillo -autor del proyecto político de la monarquía restaurada- previó para él. El rey contribuyó positivamente a la realización de aquel proyecto que significó la consolidación del sistema liberal en España y, gracias a ello, un largo período de paz, crecimiento económico, libertad política y modernización cultural. ¡Ojalá resulte apasionante la siguiente narración en la que, a través de documentos de la época, en buena parte inéditos hasta ahora, y de las mismas palabras de los protagonistas, siempre que ha sido posible, se trata de ofrecer un conocimiento preciso -lejos de las fabulaciones a que naturalmente se presta y de las que ha sido objeto con frecuencia- de la biografía de uno de los monarcas más atractivos de la historia de España!