El 28 de enero de 1998, Andrés Ruggeri montó en su bicicleta y desde la puerta de su casa en Villa Lugano (Buenos Aires) partió rumbo a Cuba, despedido por algunos vecinos. Este libro, es la crónica de su aventura. El estilo directo y atrapante no le impide descripciones soberbias, cuando se trata de paisajes que lo maravillaron. En tono anecdótico relata numerosos incidentes del camino, para entrar en un plano más profundo cuando quiere poner en relieve el factor humano, la forma en que viven y mueren los habitantes de las regiones y países que fue atravesando. Completan este conjunto agudos comentarios sobre la situación política y social imperante. A diferencia de una larga caterva de viajeros escritores que de un modo u otro sirvieron a la expansión colonial europea, Ruggeri elige poner su travesía -y este libro es una forma de hacerlo- al servicio de la redención de los pueblos de Nuestra América. Este compromiso lo ayudó a soportar estoicamente los riesgos y dificultades propios de una empresa semejante: marchas agotadoras por montañas, selvas y desiertos, en las que padeció intensos fríos y calores, el acoso de insectos y reptiles, fuertes vientos y lluvias que calaban los huesos. Por último, su mirada de antropólogo, le sirvió para analizar algunos aspectos culturales y sociales de los pueblos indígenas con los que tomó contacto. Sus agudas observaciones atraviesan las páginas de este libro.