Mientras vuela detrás de la gran bandada, el dragón Milo pierde altura, patalea en el aire y cae de espaldas en la tierra. Por suerte, aterriza en el jardín de Roco. Y como entre niños y dragones no hacen falta explicaciones, Roco sabe cómo hacer para que Milo pueda sumarse a la gran bandada de dragones que pasará en tres semanas y un día.