Durante la segunda mitad del siglo XIX, en los verdes campos de los alrededores de Aix-en-Provence, Paul Cézanne (1839-1906) se consagró a la representación de paisajes y naturalezas muertas que se convertirían luego en obras clave del arte moderno. Con pinceladas compactas e intensas y un audaz acercamiento al espacio y la luz, Cézanne intermedió entre el impresionismo y los movimientos fundamentales de principios del siglo XX y se convirtió, en palabras de Matisse y Picasso, en "el padre de todos nosotros._x000D_