«Claros del bosque» es uno de los libros esenciales de la trayectoria filosófica de María Zambrano en el que vemos, por primera vez, en marcha su «razón poética». Nadie mejor que la propia autora para presentarnos el significado de esta obra: «Claros del bosque» dentro de mi pensamiento vertido en lo impreso, salvo alguna excepción, aparece como algo inédito salido de ese escribir irreprimible que brota por sí mismo y que ha ido a parar a cuadernos y hojas que nadie conoce, ni yo misma, reacia que soy a releerme. Tenía que suceder por fuerza. Mas creo que el carácter de ofrenda de «Claros del bosque» a la persona a quien va dedicado en su tránsito tiene que ver en ello, acentuando así el carácter de ofrenda que todo lo que he publicado tiene desde siempre. Nada es de extrañar que la razón discursiva apenas aparezca. Con anterioridad esbocé una Crítica de la razón discursiva que no podría prometerme que salga de ese estado. Creo, pues, que como libro es el que más responde a esa idea hace tiempo formulada de que pensar es ante todo como raíz, como acto descifrar lo que se siente, entendiendo por sentir el sentir originario, expresión usada por mí desde hace años. Y también que el hombre es el ser que padece su propia trascendencia en un incesante proceso de unificación entre pasividad y conocimiento, entre ser y vida. Vida verdadera, sorprendida tan sólo en algunos claros que se abren en la espesura inicial entre cielo y tierra. Y en el remoto horizonte donde cielo y tierra, ser y vida, vida y muerte se anegan.