¿Por qué celebrar hoy el Centenario del nacimiento de Lévi-Strauss? ¿Su antropología estructural de la diferencia salvaje y de lo lejano sobrevivió acaso a la disolución, con la globalización de su objeto -la alteridad- y al regreso de la praxis y de la historia en el horizonte de los etnólogos de lo cercano y de lo contemporáneo, de Marc Augé a Marc Abélès? ¿Qué rastros ha dejado en las ciencias sociales y humanas y en la filosofía? ¿La que Derrida le asigna, de haber sido el heredero moderno de la metafísica logocéntrica y de la filosofía de la presencia de Rousseau? ¿O bien la que permitió a toda una generación romper con el existencialismo dominante, sin contar la cavilación heideggeriana de las instituciones académicas, de la que Emilio de Ípola hace un cínico balance? Lévi-Strauss podría ser leído en presente, junto con Alain Badiou, como una filosofía que habría elegido una documentación tan singular como lo es un repertorio, el repertorio de las nomenclaturas de parentesco y el sistema de relatos míticos y cuyo objetivo, claramente spinozista, sería demostrar que en definitiva lo que reina universalmente es la decisión y que existe la necesidad de una filosofía del espíritu. O bien, con Jacques Rancière, que relee Tristes Tropiques como la descripción de un viaje al país de la sociología en el que la lenta muerte de los Nambikvaras no es solamente el último episodio de la conquista civilizadora sino, más que la muerte de los últimos salvajes, la muerte de los últimos verdaderos sociólogos. Otra tarea sería la de enfocar a Lévi-Strauss desde el ocaso del Surrealismo, y de su polémica con Caillois, Bataille y el Colegio de Sociología, interpretable como un retorno de lo inhibido en la época del post-estructuralismo. Se podría, también, pensar en su influencia sobre Lacan y, por lo tanto, interrogarse acerca de la continuidad de los lazos conceptuales entre antropología y psicoanálisis. Y también sobre cómo puede Horacio González exaltar en Quesalid, a un indígena de la tribu Kwakiutl de Vancouver que había contado su vida a Franz Boas y que inspira un célebre artículo de Lévi-Strauss sobre la creencia, la enfermedad y la mentira en Les Temps Modernes: el pícaro de Lévi-Strauss.