Abandonados por las mujeres o la suerte, los protagonistas de estos relatos viven siempre en el dudoso límite que puede llevar a la salvación o a la condena. Tipos que transan droga, chicos que venden flores, diletantes, aspirantes a escritor, esperanzados, ilusos, cínicos, obsesivos, todos son ángeles caídos en desgracia, oliendo a alcohol y bebiéndose la vida como pueden. En Paternal o en Retiro, en La Boca o Sarandí; en un conventillo, un vagón de tren, una casa suburbana o un departamento de tres ambientes, los tiempos son igualmente impiadosos. Pero algo puede cambiar los tantos por un día, un par de semanas, unos meses: una mujer angélica o perversa, un paquete de cocaína, un vecino acechando en el balcón, una historia escuchada en algún bar, unas copas de más.