Reconstrucción, un poemario que empuja hacía el frente. Me obligó, me gritó me instigó a florecer, a volver al amor. Reconocer mis antagonismos y amarlos.Confiar que todo está bien y existo exactamente en la baldosa que tengo que habitar. Mi edad me agrega, no me disminuye, los medios o los prejuicios no me van a influir en mi vigorosa y rabiosa hambre de vida. Ellas, sus miradas, sus siluetas, el amor que tengo a las mujeres en toda su diversidad, es un búmeran en los pensamientos que creo. Directa, no permitiendo, mis limites están delimitados.  Con mayor rabia los muestro, no todo es dulzura y contención. Volver al primer amor, descubrir mi piel y tu piel, un desear, amarte con dulzura, visceralmente y excarceladamente. Revivir a la romántica contemporánea. Alabanza a ellas, a sus esfuerzos, a sus habilidades, a su amor por el ser humano. ¿Siempre ellas sosteniendo al resto?, ¿un defecto?, ¿una virtud? Terminar el duelo del duelo y solo querer renacer, incluso la palabra me molesta. Conversemos sobre los egos, lo achulado, la emoción presuntuosa incapaz de observar los semblantes. Mi confianza en los ángeles me indica que están aprendiendo. La que siempre me ha habitado y ahora se gira sorprendida al escuchar su nombre, mi diosa interior. Y ver la muerte como un tránsito necesario y vital. Mujeres, mujeres y mujeres, habéis colmado las múltiples páginas de esta obra, de poemario; de imágenes, emociones, identidades y variaciones.   Ida, tú también estás. Y el desenlace es una resurrección, no hay palizas, gritos e insultos que acaben con vosotras, con vuestra belleza y fortaleza interior. En la primavera está vuestra resurrección y no hay pandemia que las mutile.