Una joven madre recibe consuelo por la muerte de sus tres hijos, otra mujer reacciona de forma insólita ante la humillación a la que la somete un hombre; otros cuentos describen la crueldad de los niños y los huecos de soledad que se crean en la vida de pareja. Como broche de oro, en el último relato acompañamos a Sofia Kovalevski, una matemática rusa que vivió a mediados del siglo XIX, en su largo peregrinaje a través de Europa en busca de una universidad que admitiera a mujeres como profesoras, mientras vive una historia de amor con un hombre que hace todo por decepcionarla. Anécdotas en apariencia banales se transforman en las manos de Munro en pura emoción. "Ella odiaba la palabra escapismo referida a la ficción. Era más bien la vida real la que merecía ser tildada de escapismo" Esta afirmación, pronunciada por uno de sus personajes, podría referirse a toda la prosa de Munro, que pasea heridas con inteligencia e ironía, con esa hondura feroz y austera que sorprende a quien lee, como si algo de nosotros mismos que no sabíamos, que quizá no queríamos saber, de pronto se hubiera deslizado en las páginas de un libro.