Despertó sobresaltado al recibir sus oídos el impacto trepidante de la alarma del despertador. De un manotazo la hizo callar. Eran las siete de la mañana de finales de septiembre y empezaban a despuntar las primeras luces de la aurora....De un salto se levantó de la cama, y delante de él, alargada, soberbia, partiendo de sus pies como si un cordón umbilical uniese a ambos por ellos, su sombra también había saltado del lecho. La refulgente luz de la lámpara recortaba y alargaba su repolludo cuerpo.