«Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir», afirmó Anton Chéjov en cierta ocasión. En otra parte, sobre la génesis de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, Patricio Pron sostuvo: «Allí, en Alemania, yo tenía la nariz rota y ningún lugar al que ir. La nieve que caía sobre mis espaldas recortaba en el suelo una figura que era la mía, dibujada por omisión sobre las baldosas, como la de un fantasma». Si la excelente acogida de su novela El comienzo de la primavera sirvió para que Pron dejara de ser un escritor en la sombra, El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan ratifica la calidad de su escritura incisiva, poderosa y certera. Los relatos que componen el libro son una soberbia interrupción de todas las convenciones del género, al tiempo que una extraordinaria exploración de la identidad, la memoria, la mentira y, sobre todo, la escritura como profesión, arte y forma de vida. El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan nos recuerda que la lucha y la determinación de los escritores, y su orgullo insensato, a veces también conducen a la gloria, íntima y secreta. «Nacido en la convulsa Argentina de 1975, Pron es un hijo de la barbarie. Sospecho que la suya es una réplica oblicua. Para encontrar un referente al riesgo que asume con su réplica y a la ambición formal que comporta, es preciso pasar por alto la festiva narrativa argentina de los noventa y remontarnos a Respiración artificial, de Ricardo Piglia.» Matías Néspolo, Quimera «Un cuadro, una vivísima pintura que esonde, debajo de lo que se ve, otra pintura, otra verdad. Acaso otra historia alemana.» Javier Goñi, Babelia