Rick Dockery es un jugador de fútbol americano de tercera categoría. Nunca ha sido una estrella y ahora se encuentra al final de su carrera profesional. Por su culpa el equipo perdió en la Super Bowl, en la primera vez en la historia que habían llegado a la final. Por lo tanto toda la prensa deportiva le insulta y se mofa de él mientras está en el hospital recuperándose de un golpe fuerte que recibió en el partido. Teme que su carrera haya terminado cuando de repente se le presenta una oportunidad: una oferta de un equipo de fútbol americano en Parma, Italia. Sin ningún entusiasmo Rick acepta y viaja a Parma, una ciudad cuyo nombre ni le suena. Tampoco sabe nada ni del idioma ni de la cultura italiana. Los jugadores italianos son amateurs. Juegan por placer y reciben a Rick con los brazos abiertos. El americano podría ser su salvación, su posibilidad de ganar la Super Bowl italiana, algo a lo que nunca pensaron que podrían aspirar. En su equipo Rick será por primera vez la estrella. Todo el mundo le trata con gran cariño e intentan educarle en las costumbres de Parma, cosa difícil en vista de la ignorancia e incomprensión del americano. Rick alucina con la importancia que dan a la comida, a los aperitivos, a los vinos, a la pasta# comidas que duran horas y horas. El chico, que ha pasado toda su vida comiendo hamburguesas, está encantado con el cambio. Sin embargo, su educación no acaba con la cocina italiana: aprende a conducir un coche con marchas o va a la ópera (y pregunta a su anfitrión si Verdi está entre el público). Rick se adapta bien, el equipo empieza a ganar y además conoce a una chica, una estudiante americana, entusiasmada con el arte y arquitectura italiana. Le obliga a acompañarle a visitar cientos de catedrales, museos, pinacotecas... y Rick acepta aunque en realidad le gustaría más pasar su tiempo con ella en la cama y en restaurantes. Las noticias de su nuevo éxito llegan hasta USA y recibe una oferta generosa de un equipo canadiense, pero Rick ha