En esta obra de juventud, el autor se interroga sobre las condiciones en que se manifiesta la belleza, las exigencias que debe satisfacer un objeto para ser juzgado bello, y la naturaleza de las actitudes psicológicas que nos permiten captar la belleza. La obra da muestras de un antidogmatismo y una apertura de espíritu que se traducen en una visión estética del universo que encontrará una forma más acabada en La vida de la razón.