Como un inventario general del mundo, el deporte, la música, la ecología, el hambre, la literatura, la violencia, el racismo, llegan desde los orígenes del hombre hasta nuestros días, con la personal mirada de Galeano, en un todo cuya coherencia no son los siglos ni los grandes acontecimientos sino la perspectiva lúcida y única que sobre ellos tiene el autor.
Así relata la historia de los hombres que alzaron los palacios y los templos de sus amos; el sur y el oriente del mundo, despreciados por quienes desprecian lo que ignoran; los muchos mundos que el mundo contiene y esconde. Textos como Las edades de Juana La Loca, Bolivia que la borraron del mapa, Barbie va a la guerra, Mahoma, Fundación del machismo, entre otros, presentan un fresco preciso y conmovedor de situaciones y personas.
FRAGMENTO: En la noche más antigua yacían juntos, por primera vez, la mujer y el hombre. Entonces él escuchó un ruidito amenazante en el cuerpo de ella, un crujidero de dientes entre sus piernas, y el susto le cortó el abrazo.
Los machos más machos tiemblan todavía, en cualquier lugar del mundo, cuando recuerdan, sin saber qué recuerdan, aquel peligro de devoración. Y se preguntan, sin saber qué preguntan: ¿Será que la mujer sigue siendo una puerta de entrada que no tiene salida? ¿Será que en ella queda quien en ella entra?
En más de treinta países, la tradición manda cortar el clítoris.
El tajo confirma el derecho de propiedad del marido sobre su mujer, o sus mujeres.
Los mutiladores llaman purificación a este crimen contra el placer femenino, y explican que el clítoris
es un dardo envenenado,
es una cola de escorpión,
es un nido de termitas,
mata al hombre o lo enferma,
excita a las mujeres,
les envenena la leche
y las vuelve insaciables
y locas de remate.
Para justificar la mutilación, citan al profeta Mahoma, que jamás habló de este asunto, y al Corán, que tampoco lo menciona.