A fines del siglo xix y principios del xx, Argentina recibió distintas corrientes migratorias que encontraban respaldo en la política de la época y en el extendido postulado gobernar es poblar para un territorio que se hallaba casi deshabitado. Muchos de estos extranjeros se afincaron en el interior del país y comenzaron una nueva vida en busca de mejores oportunidades y una anhelada posibilidad de progreso personal. Poco a poco, con infatigable voluntad, fueron dándole forma y fuerza a las instituciones republicanas. En este contexto se desarrolla la historia narrada en estas páginas. Mujeres sufridas intentan con esfuerzo alcanzar prosperidad en un suelo hostil y desigual.