Apenas se conoció en Salta la noticia de la Revolución de Mayo, el teniente Martín Miguel de Güemes ofreció su espada a la nueva causa. No exageró al definirse tiempo después como "el primero que vino el año 1810 en defensa de la sagrada causa de la patria". Combatió a los realistas al frente de sus gauchos mientras llegaban las tropas de la Expedición Auxiliadora al Alto Perú. Peleó con valor en la batalla de Suipacha y acompañó a Juan Martín de Pueyrredón en una fantástica marcha por sitios inaccesibles para conducir los tesoros recogidos en la ceca de Potosí. San Martín reconoció su temple y lo llevó consigo cuando se hizo cargo en Tucumán de las tropas que le dejó Manuel Belgrano. Comprendió enseguida que Güemes sería su gran colaborador cuando emprendiera la campaña libertadora en Chile y Perú. Mientras él formaba el Ejército de los Andes, el salteño libraba su sorprendente Guerra Gaucha. Las fuerzas de Fernando VII chocaron una y otra vez en sus invasiones con aquellos hombres corajudos e incansables que veían en el joven general a un padre, y otras tantas volvieron a sus cuarteles vencidas y desmoralizadas.
En la incansable lucha por sus ideales, Güemes, gobernador de su provincia, y más tarde, también, general en jefe del Ejército de Observación del Perú nombrado por San Martín, lo dio todo, hasta su existencia, al caer atravesado por las balas enemigas en una emboscada.
En esta nueva biografía, Miguel Ángel De Marco pone de manifiesto sus condiciones de reconocido historiador al mostrar la humanizada imagen de uno de los argentinos que más hicieron por la independencia de su patria.