En la actualidad, es innegable la presencia persistente de las voces y miradas femeninas en la filosofía, la literatura, la ciencia, la historia, a pesar de las restricciones morales, sociales, culturales y políticas que en su momento han padecido. La mujer ha sido capaz de conquistar y construir un cuarto propio de escritura como espacio vital y confesional. En La confesión: género literario Zambrano nos recuerda del secreto lugar para mostrarnos que es el centro en donde persiste todo movimiento, otorgado al universo y a las criaturas vivientes. El centro es lo que los mueve a existir padeciendo la enigmática realidad, sitio de llegada y punto de partida.Así todas las llamadas al ser del hombre serán en vano mientras no recobre el contacto con lo perdido, pues necesita en su existencia de algo que le conceda el camino, la forma y el momento donde expresarse para entrar en contacto con un género de realidades que ampare a la vida y a la razón.En esta obra recuperamos la dimensión confesional constitutiva de la vida humana como advierten Zambrano y Gaos donde acontece la necesidad de revelarse, descubrirse e identificarse. Durante la confesión se funda la razón, en la que no se interpreta lo que se siente y piensa, sino que solo se declara, se revela y se expresa la contrariedad de las circunstancias. Quien lleva a cabo este movimiento confesional (catábico) deberá mostrarse o revelarse a sí mismo y experimentar las dos revueltas propias de la confesión, a saber: el de la huida de sí y el de buscar algo que le sostenga y aclare, a través de ese viaje necesario de la vuelta a sí mismo, hacia lo festivo y reflexivo.