Estamos ante un gigante (Facebook es también propietario de Instagram y WhatsApp, plataformas que cruzan información del usuario) que vende los datos al mejor postor. Es un servicio gratuito (nadie paga nada por usarlos) en el que pronto nos damos cuenta que nosotros somos el producto. Ya podemos, señalan Frenkel y Kang, dejar de nombrarnos usuarios para aceptar que somos usados. ¿De qué modo? Uno que va más allá de los datos y de ahí la elección del título: «Manipulados». JUAN SCALITER/LA RAZÓN de España