A comienzos de la década del ochenta, Truman Capote dio a conocer «Música para camaleones». El relato que da título al conjunto transcurre en la Martinica y registra la conversación de una dama criolla cuya frialdad contrasta con la bochornosa opresión del entorno. "Féretros tallados a mano" consigna el regreso a la tesitura de «A sangre fría». En los "Retratos coloquiales", la narración de una mujer que realiza la limpieza o las declaraciones de un convicto nos dan a conocer mundos cerrados, autónomos, de doméstica o perversa perfección. En "Una hermosa niña" -gracias a la calidez de la memoria- un recuerdo evocado se convierte en el mayor retrato literario de Marilyn Monroe.