¿Para qué hacemos música? ¿Para quién? ¿Qué significa ser un intérprete? Estas preguntas son el núcleo de este libro que presenta una mirada innovadora acerca de la tarea que desempeña un músico cuando sube a un escenario. En esta obra parte de la primera experiencia musical, la primera conmoción sonora que tiene un niño que luego será músico, y se pregunta luego si esa experiencia y esa conmoción se han mantenido, se han acrecentado o se han olvidado con el correr de la formación musical y de la vida profesional. Desde la perspectiva de este libro, la conexión emocional del músico constituye la clave para poder disfrutar en el escenario. Una conexión que incluye la comprensión de la obra y el desarrollo técnico y que los pone a su servicio y finalmente al del músico. Ahora bien ¿cómo se consigue esta conexión? Lejos de lo que en general se cree, ésta no sucede instantáneamente sino que se trabaja y se desarrolla de manera paulatina en el estudio cotidiano. Así como se trabaja y se desarrolla la técnica. Cuando esto no ocurre, cuando el músico no se propone conmoverse con el hecho musical, pierde el sentido de su actividad y así, más allá del éxito y el reconocimiento que obtenga algo en él no se expresa, no vibra. Y entonces se angustia. El autor es músico y psicólogo y desde hace años dicta cursos referidos a la interpretación emocional ayudando a que los músicos retornen a aquella primera conexión pero pudiendo utilizar todos los elementos aprendidos durante su formación. Este libro contiene el núcleo central de su teoría interpretativa. Teoría compleja, profunda e imprescindible.