La obra de la Sor Juana villanciquera -la poeta popular- sin duda es menos conocida que la de la Sor Juana cortesana de los sonetos, la filósofa del 'Primero sueño', o la subversiva ensayista de la 'Respuesta'. Los 'Villancicos' nos invitan a jugar, a imaginar cómo, en palabras de don Ezequiel A. Chávez: "¿Miráis, desde este nuestro siglo, oscuro a pesar de su luz eléctrica, la Catedral aquella de hace dos siglos, en la noche, como en ascuas de luces? ¿Veis allí a la multitud apiñada, hombres y mujeres del pueblo todo; ricos y pobres, estudiantes y niñas; los ojos abiertos, reflejando las luces; las almas, volando...?" Por primera vez publicados aparte del resto de su obra, estos villancicos rebasan la prédica común del sermón; sor Juana pedía únicamente la atención de su público -variado, pero exigente y conocedor- para mostrarle su visión, humana e inmediata, de los personajes sagrados que hablan a través de sus coplas y reflejan el mosaico variopinto de la sociedad novohispana. Los villancicos que sor Juana escribió atraen porque revelan su gusto por las formas populares del lenguaje, las que supo utilizar para darles un sabor local que, aunado a su devoción por la Virgen María, contribuyó no sólo al perfeccionamiento del género, sino a forjar tanto la tradición literaria como la identidad musical y cultural de México.