Ojos Negros sólo habla de una cosa: el amor. Su revelación, su aprendizaje, sus extravíos y sus errores, sus locuras y sus miserias. Es el relato de la educación sentimental de nuestro tiempo.
Un niño tiene un encuentro que lo marca de por vida. Ya adulto, no recuerda nada, y emprende la narración de su infancia para tratar de contar ese olvido, para tratar de recuperar el instante preciso que lo acompañará y que determinará toda su existencia: unos ojos negros que son, al mismo tiempo, la pérdida de la inocencia y la lucha inquebrantable por volver a ella. Ojos Negros es el relato de todo lo que un hombre ha recibido del amor: el magnetismo de los cuerpos, los rostros, las historias únicas y repetidas y, por fin, la redención.
Ojos Negros narra, a través de la vida de un hombre, la existencia de todo el género humano, su caída, su culpa, su angustia pero, ante todo, el esfuerzo por alcanzar la salvación a través del amor y de la reconquista de la infancia.