Pagaría por no verte extrema los lazos de la ficción y la realidad en la obra de Juan Sasturain. Esta afirmación, más digna de un simposio que de una contratapa, es solemne #como pedo de inglés#, pero no falsa. El lector que se asome nomás, no lo va a poder creer. El mar de fondo que Etchenike encuentra cuando es contratado para hacer una pesquisa en una fábrica no tiene rival en la narrativa contemporánea. El caldo de cultivo de dos décadas de política errática #que provienen de otros muchos de política perversa# se combina con los desórdenes existenciales a los que tan afecto es el justiciero y tenemos ante los ojos, entre las manos, el libro serio más divertido que uno pueda imaginar. Es necesario entrar en la atmósfera de Sasturain para entender cómo se cuentan las cosas. Precisamos pulsar la muñeca de Etchenike para saber que en este mundo hay que moverse, como alentaba el poeta, #con horror y con calma#. Leer de un tirón esta genialidad es uno de los grandes placeres que todavía se nos tiene reservados.