Reír de uno mismo y de la realidad es hoy en día una necesidad. Ante el torbellino de desgracias que parece envolver a un mundo en crisis permanente, resulta indispensable un poco de humor. Esta ha sido la vía tomada por Olea, uno de los grandes humoristas latinoamericanos contemporáneos, quien en Pasado, presente y ausente nos ofrece una selección de sus mejores cartones: los afamados «oleísmos». El humor de Olea es simple y elegante. No necesita de gran colorido ni de formas retorcidas o especialmente graciosas para llegar a nuestra alma. Sus personajes, física y mentalmente, son muy parecidos a nosotros: seres con miedos, angustias, problemas, frustraciones, fantasías, placeres, alegrías, perversiones, y un interminable etcétera. Estos cartones tienen el poder de hacernos reír incluso de la melancolía más profunda, al tiempo que nos muestran, como si estuviéramos en una casa de espejos, distintos y desconocidos ángulos de nuestro ser.