La última vez que se lo vio con vida, el 1° de agosto de 2017, Santiago Maldonado estaba a la vera del río Chubut. Minutos antes, decenas de gendarmes habían avanzado contra él y otros ocho manifestantes que protestaban sobre la Ruta Nacional 40. A los disparos, los corrieron hasta la orilla del río que atraviesa la comunidad Pu Lof, en Cushamen. El 17 de octubre de 2017, el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado apareció en ese río. Los 77 días que mediaron entre la desaparición y el hallazgo del cuerpo fueron el escenario de una manipulación informativa de escaso precedente en la Argentina. En forma simultánea, en las calles y en las redes sociales, la reacción masiva frente a la desaparición del joven tomó la forma de un reclamo popular: ¿Dónde está Santiago Maldonado? En la era de la posverdad, la cobertura del caso estuvo plagada de campañas de desinformación en las que intervinieron servicios de inteligencia, fuerzas policiales locales y nacionales, jueces, fiscales, periodistas, ministros, funcionarios, usuarios de redes sociales y un ejército de trolls. Frente al incesante acoso de los medios tras la aparición del cuerpo de Santiago, su hermano Sergio Maldonado pidió a los periodistas: A veces hay que ponerse un poquito más del lado humano y si no tienen qué poner, pasen música. Diego Rojas y Mariana Romano reconstruyen en Pasen música el laboratorio de producción discursiva e informativa que dominó el caso. Y muestran cómo el bombardeo de información, diseminado por los medios gráficos, radiales y audiovisuales, portales web y redes sociales, sirvió para instalar una serie de hipótesis alternativas, noticias falsas y cuestiones secundarias e irrelevantes que conformaron una formidable demostración del ocaso del periodismo que caracteriza al sistema informativo del siglo XXI.