En este romancero el autor se estremece apasionado, cuando versifica estrofas dedicadas a la tierra que lo vio nacer, en la paradisiaca comarca de la Alpujarra. Lo mismo le sucede cuando busca la mejor de las rimas para homenajear a la ciudad de Granada, ese segundo paraíso que lo acogió, ofreciéndole los mejores frutos de su edén. Su corazón palpita y late dolorido, con la emoción y la rabia contenida, cuando escribe sobre el prendimiento y asesinato de Federico García Lorca, el granadino más grande e ilustre que jamás haya parido esta tierra.Tanto en el romancero de Granada y Alpujarra, como en otros poemas sentidos, con los sentimientos a flor de piel, trasmite el amor por su familia, evoca y rememora momentos y situaciones personales, que van desde la aldea de los Tablones a la capital alpujarreña de Órgiva, pasando por la ciudad de Granada, y llegando hasta Salamanca, donde se enamoró perdidamente de su eterna novia y esposa Marí. Mientras hace el camino entre versos, finalmente éste lo conduce hacia el ineludible epílogo de su vida, donde habla con naturalidad y con gran serenidad, de estar preparado para cuando llegue ese momento señalado y cierto para todos los hombres.