Branco dejó el pincel sobre el tablero y abrió y cerró las manos varias veces, separando bien los dedos. Se restregó los ojos y echó la cabeza atrás y adelante, una y otra vez. Llevaba horas dibujando las viñetas que debía entregar a la mañana siguiente. Han pasado dos años y ahora Branco se enfrenta a un nuevo desafío: dar vida a sus propios personajes, para un diario. Es que Otto, su primer maestro y antiguo vecino,
le consigue un contrato temporario que su madre finalmente acepta. Así, Harán el Caldeo vivirá aventuras increíbles surgidas de la virtuosa mano de Branco, creador de historietas.