Hay una isla en el sur del mundo a la que un día llegó Kenós, un héroe civilizador que puso orden en esa hermosa tierra, creó el sol y la luna, las montañas, y también hizo a los primeros selk'nam, y les repartió sus territorios para que vivieran en armonía cada uno en el suyo. También les enseñó el lenguaje, una ley moral y los secretos de la reproducción.
Muchas cosas les enseñó Kenós, que los selk'nam siempre recordaban.
Habitantes de la Isla Grande de Tierra del Fuego, sus vecinos del sur (los yámanas) los conocían con el nombre de "onas", es decir, "los del norte", término ajeno con el que más frecuentemente se los identifica.
Fueron un poético pueblo cazador, que se mantuvo como tal casi hasta fines del siglo XIX, cuando su tierra fue invadida y saqueada, y ellos, exterminados casi por completo del modo más brutal. Tenían una ceremonia ritual, el hain, irrepetible por su hermosura y complejidad en ningún otro pueblo originario del mundo.
He aquí un breve repaso de la vida de los antiguos selk'nam, sus creencias, sus costumbres, su lengua, su historia. Y un renacer de sus cenizas que se viene manifestando desde un tiempo a esta parte, mediante la recuperación de su comunidad y algunas de sus tradiciones, una lucha por volver a hacerse visibles.