Quizá la característica más saliente de Hamlet, de William Shakespeare, sea la contraposición de dos hebras estructurales, una dramática, o de acción, referida al argumento, y otra esencialmente lírica, o de inacción, donde ocupan un lugar preferencial los soliloquios del príncipe de Dinamarca. La primera es externa: tiene que ver con la tragedia de venganza. El locus del segundo plano es la mente de Hamlet, el interior del personaje, su pensamiento, sus dudas, vacilaciones y dilaciones. Hamlet es, por un lado, una tragedia de venganza con visos de enigma, de misterio policial y de cronicón de capa y espada; por otro, un estudio del escepticismo reflexivo que pone fin al Medioevo e inicia el Humanismo renacentista. La traducción y el estudio preliminar han estado a cargo de Rolando Costa Picazo, especialista en literatura inglesa, estadounidense y comparada, y en prácticas y teoría de la traducción, profesor consulto titular de la Universidad de Buenos Aires, quien también ha vertido al español obras de Hemingway, Faulkner, Truman Capote, W. H. Auden, Hart Grane, T. S. Eliot, Jack Kerouac, Doris Lessing, Emily Bronté, y E.M. Forster, entre otros. Ha traducido para COUHUE CLASICA otras tragedias de Shakespeare: Ótelo, Rey Lear, Romeo y Julieta y Macbeth.