?En qu mundo vivimos? Es difcil responder porque hay muchos. Sin embargo Boga, el hroe pasivo
de Sudeste, lo sabe bien. Es un saber fsico, inexpresivo, formado en un silencio interior que slo es
capaz de or el suave llamado de la msica fluvial. Boga no es del todo un hombre Ðun hombre con
nombre de pez no es otra cosa que un hombre-pezÐ, no tiene lo que los manuales de la civilizacin
llaman una personalidad. Es una partcula de naturaleza que, como los camalotes que bajan del
norte, se deja llevar. El genio literario de Haroldo Conti, abrazado a un idioma de necesidad
narrativa que apuesta todo a la precisin descriptivista, nos cuenta la infinidad de peripecias que
surgen del tedio de la vida. Pero tambin nos muestra que el hbito es un arte humano, aunque en
este caso con una salvedad: est totalmente dominado por la naturaleza del ro. Pescar, navegar,
nadar, esconderse entre los juncos, encender un fuego en la orilla no son otra cosa que partes de un
rgimen de supervivencia primitiva que Boga asume con una perspicacia animal. Pero as como se
dice que la ciudad es una selva, tambin hay que decir que la selva es una ciudad con sus leyes, sus
peligros y su idioma propio. El mundo de Boga es el agua, el barro, los peces, el barco y el tiempo,
aquellas cosas con las que su cuerpo y su conciencia se confunden porque, como dice Conti, l y los
hombres como l forman parte de Òun todo inexorableÓ. En Sudeste el hombre es la naturaleza. Los
argumentos de Conti estn a la vista porque para l naturaleza y hombre no se distinguen entre s.
Ninguna frase del libro lo expresa mejor que cuando describe un encuentro de dos hombres
alrededor del fuego, escena primaria de la humanidad: eran Òcomo dos ros que acaban de juntar
sus aguas despus de mucho trechoÓ. Juan Jos Becerra