Qué dulce culpa la de habernos dado tanta felicidad en estos tiempos yermos, en este horror cotidiano de abrir el periódico y encontrarlo salpicado de sangre y de vergüenza, qué interregnos de alegría en este siniestro horizonte de máquinas de muerte. Con estas palabras se refiere Cortázar a textos cuyo objeto es el de una crítica de artes plásticas, esbozada como el homenaje a quienes le han obligado a aceptar la libertad como único territorio habitable.